miércoles, 15 de septiembre de 2010

una reflexión

A pesar de que las cosas a veces tienen mala pinta, nunca olvido que la vida está hecha de los pequeños momentos: la risa de mi hijo y su padre cuando juegan, un abrazo de mi marido, cuando mi peque me mira antes de dormir y me da las buenas noches y me dice "te quiero",... SIn eso no podría vivir, sin lo demás hace mucho q llegué a la conclusión de que era prescindible. Suerte al que piensa distinto. Hice un taller de acompañamiento a la muerte que fue maravilloso, y de eso hace ya mucho, pero aún recuerdo emociones de las familias de los que ya no estaban. Ahora, después de toda mi trayectoria vital, sé y siento que la felicidad depende de cómo me separe de lo material. Cuando lo consigo, y hoy es uno de esos días, resulta relajante y tranquilizador.